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Las Mamás y la migración

SALUDOS AMIGOS ¡Qué bueno coincidir con ustedes nuevamente a través de mi página web! Ahora internacionales, con esta nueva faceta que estamos viviendo los venezolanos con esa necesidad tan impostergable algunas veces de tener que emigrar a otras latitudes para buscar un mejor futuro para nuestros hijos.

De antemano les pido disculpas por haberme ausentado unos meses, pero como a unos cuantos venezolanos y a unas cuantas mamás, me tocó la experiencia de tener que vivir un proceso migratorio junto a mi pequeña de casi dos años. Y les cuento que tuve que aplicar todas las herramientas aprendidas estos meses en Venezuela, de ser una mamá guapa y apoyada. Y es que pensando aquí ¡Hay que ser bien guapa y con los ovarios bien puestos, para viajar con una niña de dos años, pañalera, laptop, maleta de mano, súper cartera y coche, más las dos maletas y de paso los peluches y juguetes de tu hija, y no fracasar en el intento!

El proceso migratorio no es igual para todos, debes planificar, a algunos les lleva de 6 meses a un año. A otros menos, otros ni siquiera planifican, pero la ciencia de todo es poder emigrar sin morir en el intento. Es poder realizar una salida lo menos traumático posible, sobre todo para los pequeños, porque ya suficientemente fuerte el hecho de tener que separar a tus hijos de sus tíos, abuelos y amigos.

El viaje será más o menos engorroso si es por tierra o por avión. Debes llenarte de paciencia, tener cinco ojos, para estar pendiente de tu equipaje y de tu hija, llevar todos sus medicamentos, carta de niño sano, constancia de vacunas, pero más allá de eso, debes estar preparada para cambiar de pañal en el momento menos indicado, para tener que amamantarla en el momento de más estrés (las que aún damos pecho) y tener que lidiar con la responsabilidad de tener que llegar con todo a tu destino pero sobre todo con tu hija bien, completita y comidita.

Emigrar, es una experiencia que sin duda alimenta el alma. Es un sube y baja emocional. A veces duele, a veces te hace reír, pero siempre, te llena de una manera increíble, te hace crecer, madurar, abrir la mente, dejar a un lado un equipaje innecesario y más allá de eso, te permite madurar como mamá y sobre todo saber que no hay nada seguro, es un proceso de constancia, de perseverancia y de tener los ojos bien abiertos, porque tristemente muchas veces los venezolanos son los que menos te ayudan al momento de emigrar y eso es algo que debe rescatarse y recuperarse, no son todos, pero algunos se convierten en malintencionados cuando pasan la frontera de su país.

Emigrar es un proceso que hace que te llenes de paciencia y que hace que una vez más voltees tus ojos a tus hijos como cuando estaban aprendiendo a caminar, porque estás en otro país, donde solo tiene a sus padres y donde todo es nuevo para ellos y aunque tienen la capacidad de adaptarse muchas veces más rápido que los adultos, hay noches que llorarán, otros extrañarán y otros te preguntarán ¿dónde están sus abuelos? Allí con un nudo en la garganta le explicarás que algún día se volverán a ver y a compartir como en esos buenos tiempos de familia, los domingos, en los que todos hacíamos parrilla, traíamos unas cervecitas y pasábamos las tardes jugando dominó y es que así somos los venezolanos: ¡Felices! A pesar de toda circunstancia, por eso, una mamá venezolana, guapa y apoyada y que atraviese el proceso un proceso de emigrar, deberá tener en cuenta que la fe y la perseverancia serán sus mejores herramientas para tener en pie su hogar en el extranjero. A medida que pasen los meses les iré contando un poco más de esta experiencia.

 

¡Hasta un próximo biberón!

Jacmibel Rosas

La mamá Guapa y Apoyada